Tras dos días en medio de lecturas tropicales, esta mañana he vuelto a mi casa y me he puesto a desayunar con la prensa digital. Mi intención: volver al invierno, casi primavera, y a la realidad. Huyendo de las campañas electorales, me disponía a volver a la selva, cuando me he encontrado con la noticia de que han demolido la casa de Los Ángeles en la que vivió y escribió Ray Bradbury durante 54 años. Excusa suficiente para quedarme, y recordar con vosotros al hombre que se autodefine como enamorado de los monstruos y los esqueletos, de los circos las ferias, los dinosaurios y el planeta Marte. Bradbury es también el hombre que aconseja poner «no pensar» en tu mesa de trabajo, y el señor sonriente que aceptó adaptar Moby Dick para John Houston. Otro día os contaré aquí cómo se leyó la novela de Melville 9 veces, y dejó un guión memorable que no tendría más de 150 páginas.
Ray Bradbury es un tipo que ha merecido un asteroide, el 9766, con su nombre. En su recuerdo, y el de su demolida vivienda, os voy a contar el modo de ganaros, vosotros también, un asteroide.Guion

En su libro «Zen en el arte de escribir» una recopilación de artículos sobre la creatividad, Ray Bradbury cuenta un montón de cosas que os interesan si queréis dedicaros a esto de la escritura. En las clases, antes de ponernos “serios”, me encanta arrancar mis cursos con constelaciones de palabras, en gran medida debido a Bradbury. En uno de los artículos, “date prisa no te muevas”, cuenta que mientras buscaba su identidad en la escritura, empezó a elaborar largas listas de sustantivos:

«eran provocaciones, en última instancia, que hicieron aflorar mi mejor material. Yo avanzaba a tientas hacia algo sincero escondido bajo el escotillón de mi cráneo».

En sus listados de sustantivos, esas palabras arrojadas por el inconsciente, lo arrojaron a él a cientos de historias, en las que sus personajes acababan irrumpiendo y tomando las riendas. Así surgió «la feria de las tinieblas» y así cobró vida en uno de sus cuentos esa anciana que se rebeló contra sus enterradores para reclamarles la devolución de su cuerpo.

Con las palabras como excusa, la escritura es ese juego que debe ser en sus inicios. Te recuerdan que la creatividad habita el espacio de la infancia que sigue palpitando en algún lugar.

No sé si con los consejos de Ray Bradbury, alguno de vosotros, alguna de vosotras, dará nombre a un asteroide, Pero con seguridad, os encontraréis de frente con el miedo, la risa, los olores, y la sed. Como dice Bradbury:

“Conjuren sus palabras, alerten a su personalidad secreta, saboreen la oscuridad”

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