CONSEJOS PARA GUIONISTAS DE UN MONJE FRANCISCANO

 

En esta primera entrada de 2015 quería hacer un post «conciso y directo» de los cursos de guion, pero la mezcla de hidratos de carbono y proteínas de los dulces navideños, que no hace bien al cerebro, me empujaba a algo tipo: “Las 12 claves para convertirte en guionista”. Ahora la cosa va así, con titulares rápidos que desvelan la verdad de las cosas: “Las 15 prácticas definitivas para reconquistar a tu pareja”,” 8 cosas que no sabes sobre tu gato” o “Las 7 verdades sobre la marihuana que la CIA nos oculta”.
Pero una de esas 12 claves para convertirte en guionista de éxito me llevó por un extraño camino, y en él me encontré a Guillermo de Ockham.

 

Guillermo de Ockham, William para los amigos, fue un teólogo franciscano que vivió entre 1285 y 1349. Su filosofía se enfrentó al platonismo y defendió la simplicidad ontológica. Guillermo de Ockham lo enunciaba así: Entia non sunt multiplicanda praeter necessitatem, que podemos traducir como: “las entidades no deben multiplicarse sin necesidad” De este sesudo franciscano, ha llegado hasta el vulgo de nuestros días, o sea, hasta nosotros, una especie de teorema: la navaja de Ockham. Lo de la navaja no fue un concepto acuñado por él; un par de siglos después de su muerte se decía irónicamente que Ockham “afeitaba como una navaja las barbas de Platón”. Cambia las barbas de Platón por el texto de un guion, y tendrás, recién llegada de la oscura Edad Media, una de las 12 claves de la buena la escritura:cursos de guion

 

-Elimina lo accesorio.
Vamos, que si puedes decir algo con 3 palabras, no lo digas con 7. La naturaleza prefiere lo simple, y tus lectores, también. Te propongo practicar la simplicidad con un ejemplo de “El nombre de la rosa”, el libro de Umberto Eco. Para hacerlo, consideremos las siguientes afirmaciones:

-En el siglo XIV, cuando transcurre la acción de “El nombre de la rosa”, la esperanza media de vida era de unos 30 años. Aunque ahora en Europa Occidental nuestra esperanza de vida sobrepasa los 80, podemos afirmar que la vida es breve.

-También es breve la vida de las especies vegetales. Como muestra podemos usar una flor: la rosa.

-Cuando la rosa muera, los rastros de su vida desaparecerán enseguida, solo quedará de ella el haber formado parte de un concepto universal, el nombre que le hemos asignado.

-La mortalidad es objeto de desasosiego en la especie humana.

 

Ahora intenta resumirlo en las 8 palabras. ¿Lo has conseguido? Un monje benedictino llamado Bernardo Morliacense lo hizo: Stat rosa pristina nomine, nomina nuda tenemos. Umberto Eco cerró su libro con estas palabras y nosotros quedamos con la más simple de sus traducciones: “De la rosa solo nos queda el nombre”.

A lo mejor he sido un poco tramposa, pero espero haber ilustrado que la “navaja de Ockham” nos invita a ahorrarnos palabras accesorias, y más allá de esta lectura simple, nos sirve para otros aspectos de la escritura de guión, como la construcción de tramas, las intenciones de los personajes y sus razonamientos. Y con el reto que hemos planteado en este post, nos enseña también que la metáfora puede contar con poco, mucho, pero eso es otra historia.
Me gustaría contar por qué he elegido un ejemplo de “El nombre de la Rosa”, pero a estas alturas llevo 553 palabras, y casi oigo a Guillermo de Ockham gritando desde su tumba:

—¡Podías haberlo escrito con 300, mala mujer!

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